En esta nave suena Little Walter, la armónica truena fuerte en el eco
que se expande a través de los pasillos oxidados. Miles de cajas
contienen recados de otros mundos, el humo de cigarrillos interceptando
las verdosas luces dibujan etéreas sombras, gotas de agua constantes
golpeando el metal.
En la silla del capitán, él termina de
reseñar su bitácora y a pesar que los procedimientos lo prohíben...
enciende un cigarro, ser capitán por estos días no parece tan
importante, no de un viejo carguero, el trabajo es duro, tambien para
algunos es igual de duro dejar atrás toda posibilidad de echar raíces,
para el no. Sus años de juventud los pasó buscando problemas en los
requemados puertos, follándose a las amantes casuales, fumando hachís, y
una mierda china que sube la adrenalina, peleas de puño limpio,
paisajes de lo que antes era surrealismo pero hoy son la mas dura y
hostil realidad.
El humo ingrávido nubla su visión, su vista de
navegante, su barba emblanquecida mediocremente ya no deja distinguir a
ese joven arrogante.
Se queda hipnotizado y una tos parece devolverle algo.
Polvo
celeste a toda velocidad contra los cascos, un asteroide lleno de
obreros latinos es el objetivo que ya se empieza dibujar en lo que hoy
tendremos que llamar horizonte, ya a nadie parecen sorprender las
nebulosas, los paquetes llegaran seguros a su destino, y el universo aun
no es suficientemente grande para escapar de los recuerdos.